En Asakusa se encuentra el templo de Sensôji, conocido popularmente como Asakusa
Kannon. Según cuenta la leyenda, dos hermanos pescadores echaron sus redes en el
rio Sumida y sacaron del fondo una estatua de oro de Kannon. En el año 628 se
edificó el primer templo y se colocó la estatua en un santuario recubierto de
planchas de oro. Hoy en día se supone que la estatua de Kannon sigue allí aunque
nunca se muestra al público.
Kannon es la deidad de la Infinita
Compasión y Misericordia, Bodhisattva con libertad perfecta en la facultad de
contemplar las cosas y las personas y salvarlas del sufrimiento. Para cumplir
mejor su tarea se le representa en la iconografía clásica con once cabezas y mil
brazos. Aunque originalmente es de género masculino o neutro, su apariencia
delicada y un cierto toque femenino en su expresión hacen que con frecuencia se
refieran a Kannon como entidad femenina.
Este templo es uno de los más
antiguos de la ciudad y de los que recibe más visitas, no solo de turistas sino
de gente con auténtico fervor. Además el barrio de Asakusa es uno de los que
conserva lo que prodríamos llamar la "atmósfera" del antiguo Edo. El 17 o 18 de
mayo, o el fin de semana más próximo a esta fecha se celebra el Sanja Matsuri,
uno de los más importantes e impresionantes de la ciudad.
Desde el siglo
VII en que se construyó el núcleo principal del templo, ha ido creciendo poco a
poco en tamaño y esplendor, pero también ha sufrido los avatares de los
sempiternos incendios de las ciudades japonesas y, en época reciente, los
bombardeos durante la Segunda Guerra Mundial. La última reconstrucción se hizo
sobre las ruínas que quedaron de la pagoda y el salón principal en los años 50,
en hormigón, pero el trabajo es extraordinario y, salvo que se lea el dato en
las guías turísticas, produce el efecto de auténtica antigüedad.
Se
accede por la puerta Kaminari Mon, reconstruída después de un incendio en 1865,
fácilmente reconocible por su enorme linterna roja con los kanjis de puerta y
trueno. En los nichos laterales hay estatuas de las entidades protectoras,
Fûjin, kami del viento, a la derecha y Raijin, kami del trueno, a la izquierda.
En realidad son deidades sincréticas usadas tanto en templos budistas como
shintoistas.
Entramos entonces en Nakamise-dori. Se trata de una calle
comercial, dicen que en el mejor estilo Edo, sobre todo si vamos a la parte
trasera y aledaños, donde hay tiendas de todas clases, regentadas por familias
de comerciantes que vienen ejerciendo ininterrumpidamente desde hace siglos en
el mismo sitio. Se venden sobre todo recuerdos, muñecas, getas, kimonos y
yukatas de varias calidades, paraguas de papel, dulces, etc.
A
continuación encontramos la puerta Hôzômon (donde estaban los abueletes con las
palomas y la enorme alpargata, zori, de Buda). A la izquierda se puede ver una
magnífica pagoda de cinco pisos, construida en 1651, poco después de levantarse
el templo shinto Asakusa Jinja (1649), a la derecha, erigido en homenaje a los
hermanos que encontraron la estatua en sus redes.
En el patio ante el
salón principal encontramos un enorme quemador de incienso hecho en bronce. Un
poco a la derecha, junto al tenderete de omikuji (papeletas de adivinación), se
compran las varas de incienso, se encienden en un pequeño quemador y se llevan
al gran incensario. Luego uno debe "recoger" el humo del incienso con la mano y
"pasarlo" por las partes del cuerpo donde se tiene alguna enfermedad, en la
ceencia de que contribuye decisivamente a su curación o al menos a su alivio. A
ambos lados hay otros pequeños santuarios budistas donde pueden verse miles de
ema, tablillas con una plegaria escrita al dorso, colgando en enormes racimos;
la fuente de purificación ritual, etc.
La contemplación de la puerta del
este, Nitenmon, intacta desde 1618, queda un tanto deslucida porque detrás se
levanta un muro de edificaciones modernas que estropean el cuadro.
Por
fin se suben las escalinatas del salon principal. Todo el mundo echa una(s)
moneda(s), preferentemente de 5 yenes, en el cepillo del templo, da las palmadas
rituales, hace una inclinación y rezan una breve plegaria.
Después puede
uno pasear por los alrededores, admirar los detalles arquitectónicos y visitar
el jardín Denbo-in, diseñado en el siglo XVII por el famoso maestro de té Enshu
Kobori.
Luego salir del complejo del templo y perderse por las
callejuelas repletas de tiendas tradicionales y tomarse un buen tazón de ramen o
sashimi que estan los dos muy buenos...jejejeje...ayns
Tiene que ser una pasada verlo, ya tendre oportunidad de hacerlo, Tsugi nos espera, jejeje.
ResponderEliminar